La Biblia nos anima: «No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino animémonos unos a otros» (Hebreos 10:25). En cada encuentro adoramos a Dios.
En cada encuentro adoramos a Dios. Nos animamos mutuamente en la fe. Recordamos que Cristo vuelve. Mostramos al mundo el amor de Jesús.